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Conclusiones clave de la COP 26

Antes de que comenzara, la cumbre internacional de las Naciones Unidas sobre el clima celebrada en Escocia y conocida como COP 26 fue promocionada por su principal organizador como “la mejor y última esperanza” para salvar el planeta.

A medio camino, las evaluaciones optimistas de los avances señalaron que los jefes de Estado y los titanes de la industria llegaron con fuerza a la reunión con nuevas promesas de alto impacto para el clima, un indicio de que se estaba cobrando impulso en la dirección correcta.

¿Cuál fue la perspectiva pesimista? Las promesas vagas no significan mucho sin planes concretos para cumplirlas. La activista sueca Greta Thunberg acusó a la conferencia, celebrada en Glasgow, de ser puro “bla bla bla”.

El sábado, diplomáticos de casi 200 países cerraron un acuerdo importante destinado a intensificar los esfuerzos para combatir el cambio climático, en el que se invita a los gobiernos a regresar el próximo año con planes más sólidos para frenar las emisiones que contribuyen al calentamiento del planeta y se insta a las naciones ricas a “duplicar al menos” el financiamiento para proteger a los países más vulnerables de los riesgos que implican las temperaturas más elevadas para 2025.

A continuación, un vistazo a algunas de las conclusiones clave de la 26.ª cumbre anual de las Naciones Unidas sobre el cambio climático.

El tiempo para actuar se está agotando

El acuerdo estableció un consenso claro de que todas las naciones deben hacer mucho más, y de inmediato, para prevenir un aumento catastrófico de las temperaturas a nivel mundial.

Cuando se inauguró la conferencia, el secretario general de la ONU António Guterres declaró que la principal prioridad debe ser limitar el incremento de las temperaturas globales a solo 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales. Los científicos han advertido que rebasar ese umbral aumenta enormemente el riesgo de que se desaten desastres como olas de calor letales, escasez de agua y el colapso de ecosistemas. (La temperatura del planeta ya se ha incrementado 1,1 grados Celsius).

“La realidad es que se tienen dos verdades diferentes en juego”, dijo la semana pasada Helen Mountford, vicepresidenta para el clima y la economía en el Instituto de Recursos Mundiales. “Hemos logrado avances mucho mayores de los que podríamos haber imaginado hace dos años. Pero seguimos estando muy lejos de lo necesario”.

El acuerdo esboza medidas específicas que el mundo debe tomar, desde recortar casi a la mitad las emisiones globales de dióxido de carbono para 2030 hasta frenar las emisiones de metano, otro potente gas de efecto invernadero. Además, establece nuevas reglas para responsabilizar a los países de los avances que consigan, o no consigan.

La ministra del Medioambiente de Maldivas, Shauna Aminath, declaró que el texto más reciente carecía de la “urgencia” que requieren los países vulnerables como el suyo. “Lo que parece equilibrado y pragmático para otras partes no ayudará a Maldivas a adaptarse a tiempo”, afirmó.

¿Quién debe hacer recortes y cuántos?

El acuerdo final deja sin respuesta la pregunta crucial de cuántas emisiones debe recortar cada país durante la próxima década y con cuánta rapidez.

Los países ricos, entre ellos Estados Unidos, Canadá, Japón y gran parte de Europa occidental, representan solo el 12 por ciento de la población mundial en la actualidad, pero son responsables del 50 por ciento de todos los gases de efecto invernadero relacionados con el calentamiento global que han emitido los combustibles fósiles y la industria en los últimos 170 años.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y los dirigentes europeos han insistido en que países como India, Indonesia y Sudáfrica necesitan acelerar el paso al que se alejan de la energía generada por carbón y otros combustibles fósiles. Sin embargo, esos países replican que no tienen los recursos financieros para hacerlo, y que las naciones ricas han escatimado su asistencia.

Hace una década, las economías más poderosas del mundo prometieron destinar 100.000 millones de dólares anuales al financiamiento climático de los países más pobres para 2020. Pero todavía deben decenas de miles de millones de dólares al año. El acuerdo de la COP 26 sigue sin otorgar a los países en desarrollo los fondos que necesitan para recurrir a energías menos contaminantes y enfrentar los desastres del clima cada vez más extremos.

Aumentan llamados a favor de la asistencia ante desastres y la regulación

Una de las discusiones más grandes en la cumbre se dio en torno a si las naciones más ricas, que son responsables de manera desproporcionada por el calentamiento del planeta hasta el momento, deben o no compensar a las naciones más pobres por los daños derivados de las temperaturas elevadas, y cómo deben hacerlo.

Este fondo, conocido como “mecanismo de pérdidas y daños”, es independiente del dinero para ayudar a los países pobres a adaptarse al clima cambiante. El tema de “pérdidas y daños” es una cuestión de responsabilidad histórica, según afirman sus proponentes, y cubriría pérdidas irreparables, como la desaparición de territorios, culturas y ecosistemas nacionales.

El Acuerdo de París de 2015 instó a establecer reglas más claras sobre cómo permitirles a las empresas y naciones contaminantes comprar e intercambiar permisos para reducir las emisiones globales, pero este tema, tan denso y técnico, siguió presente en los debates hasta bien entrado el sábado en Glasgow.

Los negociadores anunciaron un acuerdo importante sobre cómo regular el floreciente mercado mundial de las compensaciones de carbono, en el que una empresa o un país compensa sus propias emisiones al pagarle a un tercero para que reduzca las suyas. Uno de los temas más espinosos es cómo registrar estos intercambios globales de modo que ninguna reducción se sobrevalore o se contabilice dos veces.

Los países vulnerables insisten en que los ricos deben concederles una parte de las ganancias de las transacciones en el mercado de bonos de carbono para ayudarles a adquirir resiliencia ante el cambio climático. Estados Unidos y la Unión Europea se han opuesto a hacerlo, pero las naciones isleñas en particular desean un mecanismo para asegurarse de que el comercio de bonos de carbono conduzca a una reducción de las emisiones globales.

“Queremos un mercado creíble que entregue reducciones en las emisiones no solo un permiso para que los países compren créditos baratos en paraísos fiscales para cumplir con sus requisitos nacionales”, dijo Ian Fry, un negociador de las islas Solomón, un archipiélago en el suroeste del Pacífico.

Otros acuerdos internacionales logrados en la cumbre

  • Estados Unidos y China: Los dos países anunciaron un acuerdo conjunto para hacer más a favor de reducir las emisiones esta década, y China se comprometió por primera vez a desarrollar un plan para reducir el metano, un potente gas de efecto invernadero. El pacto entre las potencias rivales, que son los dos mayores contaminadores del mundo, sorprendió a los delegados en la cumbre. El acuerdo fue somero en detalles y aunque China acordó “reducir gradualmente” el carbón a partir de 2026, no especificó cuánto o durante qué período de tiempo.

  • Deforestación: los líderes de más de 100 países, incluidos Brasil, China, Rusia y Estados Unidos, prometieron poner fin a la deforestación para 2030. El acuerdo cubre aproximadamente el 85 por ciento de los bosques del mundo, que son cruciales para absorber dióxido de carbono y ralentizar el ritmo del calentamiento global. Algunos grupos de defensa criticaron el acuerdo por carecer de fuerza y ​​señalaron que esfuerzos similares han fracasado en el pasado.

  • Metano: Más de 100 países acordaron reducir las emisiones de metano, un potente gas que calienta el planeta, en un 30 por ciento para fines de esta década. La promesa fue parte de un impulso de la gestión de Biden, que también anunció que la Agencia de Protección Ambiental limitaría el metano proveniente de aproximadamente un millón de plataformas de petróleo y gas en Estados Unidos.

  • India: El país se unió al creciente coro de naciones que se comprometieron a alcanzar emisiones “netas cero”, estableciendo una fecha límite de 2070 para dejar de agregar gases de efecto invernadero a la atmósfera. El país, uno de los mayores consumidores de carbón del mundo, también dijo que expandirá significativamente la porción de su mezcla energética total que proviene de fuentes renovables, y que la mitad de su energía provendrá de fuentes distintas a los combustibles fósiles para 2030.

Los distintos rostros de la acción climática

Se vio una clara brecha generacional y de género en las charlas de Glasgow. Las personas que tienen el poder de decidir cuánto se calienta el mundo en las próximas décadas son, en su mayoría, hombres blancos de la tercera edad. Las personas más molestas por el ritmo de las acciones climáticas son, en su mayoría, mujeres jóvenes.

Malik Amin Aslam, asesor del primer ministro de Pakistán, se burló de algunas de las metas lejanas de cero emisiones netas que se anunciaron durante la conferencia, incluida la de India: “Con una edad promedio de 60 años, dudo que alguien en la sala de negociaciones esté vivo para experimentar ese cero neto en 2070”, declaró.

El primer día de la conferencia, Greta Thunberg se unió a decenas de manifestantes en las calles fuera de la cumbre. A lo largo de las dos semanas que duró la conferencia, ella y otras jóvenes activistas —incluyendo a Vanessa Nakate, Dominika Lasota y Mitzi Tan— hicieron varias apariciones en protestas.

Thunberg le dijo a la BBC en una entrevista previa a la cumbre que no había sido invitada a dar un discurso de manera oficial. Agregó que creía que los organizadores no habían invitado a muchos ponentes jóvenes porque “quizá temen que si invitan a demasiados jóvenes ‘radicales’, estos podrían hacerlos quedar mal”, declaró, trazando comillas en el aire.

Realizar las conversaciones durante la pandemia ya era en sí mismo un desafío

La cumbre sobre el clima, que se retrasó el año pasado, es una de las reuniones internacionales más importantes celebradas durante la pandemia de coronavirus.

Muchos participantes de la cumbre viajaron desde países donde las vacunas aún no están ampliamente disponibles. A nivel mundial, menos de la mitad de todos los adultos se han vacunado contra la COVID-19, lo que ilustra las inequidades de la vacunación. Las restricciones de viaje y cuarentena significaron costos adicionales tanto en tiempo como en dinero para el alojamiento, lo que hizo que el viaje fuera imposible para algunos.

Y algunos participantes, como el presidente Xi Jinping de China, Vladimir V. Putin de Rusia y Jair Bolsonaro de Brasil, decidieron simplemente no acudir.

A mitad de camino, los organizadores de la conferencia emitieron una carta de disculpa a los participantes por las largas filas y las dificultades del video, diciendo que planificar ha sido un desafío debido a las restricciones pandémicas. Patricia Espinosa, la secretaria ejecutiva del organismo climático de la ONU, pidió a los asistentes que “nos tengan paciencia” mientras los organizadores lidiaban con arreglos muy complejos, como asegurarse de que todos los que ingresaran al lugar dieran negativo al coronavirus y hacer cumplir los controles de aforo.

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