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Lo que hay que saber del auge de Tucker Carlson

Noche tras noche, en Fox, Tucker Carlson convierte los miedos y agravios de sus televidentes en un arma para crear el que tal vez sea el programa más racista en la historia de los noticieros por cable. También, bajo ciertos criterios, podría ser el más exitoso.

Con influencia singular —que llega mucho más lejos que la de Fox y los televidentes que sintonizan su programa— Carlson ha llenado el vacío dejado por Donald J. Trump, impulsando a los más fervorosos seguidores del expresidente y algunas de sus posturas más extremas. Con el mismo celo que se aprestó a defender a los participantes en el ataque al Capitolio del 6 de enero ha sembrado dudas y sospechas en torno a los inmigrantes, los manifestantes de Black Live Matters o las vacunas de COVID-19.

Un análisis de The New York Times de la carrera de Carlson para la que se realizaron entrevistas con decenas de amigos y excolegas, así como de más de 1100 episodios de su programa en Fox muestra que cada vez se ha mostrado más favorable con las corrientes nativistas que atraviesan la política estadounidense y cómo su auge está muy ligado a la transformación de la cadena televisiva y el conservadurismo en Estados Unidos.

Aquí hay algunas de las revelaciones clave de “American Nationalist”, la serie en tres partes sobre Carlson.

Años de repetir los temas de la ultraderecha radical

La primavera pasada, Carlson causó revuelo cuando promovió al aire la idea del “gran remplazo”, una teoría de la conspiración racista que alguna vez estuvo relegada a los márgenes de la extrema derecha que asegura que las élites occidentales están importando votantes inmigrantes “obedientes” para quitarles el poder a los ciudadanos nacidos en el país. La Liga Antid Difamación pidió que se le despidiera y apuntó que dicha argumentación había contribuido a impulsar una serie de ataques terroristas.

Sin embargo, esto difícilmente era una novedad en Carlson. En más de 400 episodios, según halló el análisis del Times, ha amplificado la idea de que los políticos demócratas y otros buscan forzar el cambio demográfico valiéndose de la inmigración.

Los productores de Carlson a menudo recurren a internet en busca de material de apoyo. En los primeros años del programa, a veces enviaban clips de video a los verificadores de datos de la cadena, quienes de vez en cuando descubrían que una historia en realidad se había originado en otros sitios, en alguna página web racista o neonazi como Stormfront.

En un comunicado, Justin Wells, un productor ejecutivo sénior que supervisa el programa de Carlson, defendió la retórica y la elección de temas del presentador: “La programación de Tucker Carlson abarca una diversidad de pensamiento y presenta varios puntos de vista en una industria donde a menudo se ignoran el pensamiento a contracorriente y la búsqueda de la verdad”.

Puso el trumpismo por encima de Trump

En la Casa Blanca, Trump mantuvo una relación simbiótica con Fox: la veía, tuiteaba al respecto, hablaba con los presentadores de la cadena. Sin embargo, eso presentaba un problema de programación para Carlson en tanto su nuevo programa ascendió a la franja del horario estelar de las 8:00 p. m.: quería llegar a las bases de Trump, le dijo a amigos y colegas, pero sin estar en deuda con el volátil presidente. La solución: afiliarse al trumpismo no a Trump.

El programa captaría el núcleo emocional del atractivo de Trump —el pánico de los blancos ante la cambiante composición étnica del país— y al mismo tiempo mantendría una distancia cuidadosamente calculada del presidente. Carlson a veces incluso criticó al presidente y, en privado, se burlaba de la costumbre que tenía Trump de llamar para ataques frontales al aire.

Un amigo observó que buscaba historias que a veces eran “muy raras” y a menudo imprecisas pero que apelaban a los miedos de los televidentes de un abuso hacia la cultura estadounidense. Por ejemplo, vituperó contra Macy’s, por presentar una línea de hiyabs y lo asemejó a promover la mutilación genital.

Como va Tucker, va Fox

Carlson forjó una relación con Lachlan Murdoch, el heredero natural del imperio Fox, y promovió la percepción dentro de la cadena de que los dos eran cercanos. A medida que su programa se convirtió en el show de noticias por cable de mayor audiencia en horario de estelar, Fox consideró su éxito como modelo para una transformación más amplia.

Al interior de la cadena, los periodistas y comentaristas se enfrentaban por lo que muchos consideraban una invasión de la división de las noticias por parte de los aliados de los presentadores estelares pro-Trump con mayores niveles de audiencia.

Aunque Murdoch y los ejecutivos de Fox a menudo formulan su defensa del programa como una protección de la libre indagatoria y las opiniones controversiales, las provocaciones al aire de Carlson hace tiempo que son otra cosa: parte de un experimento minucioso e impulsado por métricas que ha tenido un éxito increíble para apuntalar la máquina de ganancias de Fox frente al declive de largo plazo en las suscripciones a las noticias por cable.

Según tres exempleados de Fox, Carlson era uno de los consumidores más ávidos de lo que se conoce como “minuto a minuto”: las mediciones del ir y venir de la audiencia en tiempo real. “Va a reforzar lo del nacionalismo blanco porque los minuto a minuto le muestran que el público lo consume”, dijo un exempleado que trabajó frecuentemente con Carlson.

Los ejecutivos del canal pronto empezaron a aplicar este enfoque a los noticieros diurnos. Lo presentaron como un esquema Moneyball para la televisión: un enfoque que priorizaba al público para decidir qué cubrir y cómo cubrirlo.

Los periodistas de los programas diurnos de Fox distinguieron un patrón de lo que al público no le gustaba: los segmentos en donde aparecían los reporteros de la cadena, las notas que se juzgaban como desfavorables para Trump, los invitados independientes o con tendencias de izquierda. La inmigración, por otro lado, era un éxito.

Los ejecutivos de la cadena pidieron tanta cobertura de inmigrantes no autorizados o estadounidenses no blancos acusados de actos delictivos o violentos que algunos empleados se refirieron a la cobertura con un apodo sombrío: “amenaza de color”.

Consternación y desacuerdo en la cadena

Una serie de segmentos en 2018 sobre los terribles asesinatos de agricultores en Sudáfrica, que Carlson insinuó formaban parte de una campaña del liderazgo negro del gobierno de ese país en contra de los terratenientes blancos, encendió una inusual indignación de alto nivel en Fox.

Brian Jones, presidente de la Cadena Fox Business y el hombre negro de más rango en el liderazgo de Fox, les explicó a los altos ejecutivos que la cobertura de Carlson había sido tomada de sitios de ultraderecha y que casi todo lo que afirmaba al aire estaba equivocado. Pero Jones no fue escuchado y la cobertura continuó. Trump tuiteó que su gobierno iba a “estudiar de cerca” la confiscación de tierras blancas y “la matanza a gran escala de granjeros”. Las figuras de la ultraderecha y neonazis aplaudieron el golpe propagandístico.

Más tarde ese año, los periodistas de Fox descubrieron otro motivo de preocupación. En el nuevo portal de empleados de la compañía se incluyó un organigrama que mostraba a Peter Brimelow —una figura controvertida que fundó el sitio web nativista VDare— como alguien que le reportaba directamente a Rupert Murdoch. A los empleados que preguntaron sobre su aparente papel en Fox se les dijo que Brimelow estaría ayudando con las memorias de Murdoch —un proyecto que la mayoría de la gente pensó que su jefe había abandonado en la década de 1990—, escribiendo discursos o vinculado a alguna otra iniciativa de Murdoch. El organigrama desapareció pronto. Una portavoz de Fox dijo que Brimelow actualmente no tenía ninguna relación con la empresa.

Perseguir a sus críticos

La popularidad de Carlson entre los televidentes le ha permitido ahuyentar a los críticos fuera de Fox y a desactivar a los que hay al interior, desde presentadores de noticias hasta empleados de menor rango que se han opuesto a su retórica.

Tras un pleito al aire con Carlson en 2019 sobre la indagatoria para el juicio político a Trump y los esfuerzos por presionar a los funcionarios ucranianos, a Shepard Smith supuestamente se le advirtió que no criticara a su colega. Se fue de Fox ese octubre.

Luego de que un productor de Fox, Dan Gallo, expresó preocupación a los ejecutivos de recursos humanos sobre las grabaciones de Carlson en las que defendía el estupro y llamaba a los iraquís “monos primitivos semianalfabetos”, así como comentarios de Jeanine Pirro en los que cuestionaba la lealtad de una legisladora musulmana a la Constitución, Carlson se enteró de las quejas y le reclamó en persona, cuando estaban en Los Ángeles. Carlos le exigió a Gallo que hiciera “lo honorable” y lo llamara si tenía algún desacuerdo. Gallo se ofreció a hablar allí mismo, pero Carlson no estaba interesado. “Estoy ocupado”, dijo el anfitrión y se alejó.

Días después de un tiroteo masivo en El Paso perpetrado por un hombre blanco que protestaba lo que llamó “la invasión hispana de Texas”, Carlson declaró que el supremacismo blanco era mayormente “un bulo”. Una reportera joven de Fox, Cristina Corbin, tuiteó, sin mencionar a Carlson: “El supremacismo blanco es real, tal como lo evidencian los hechos. Las declaraciones de que es un ‘bulo’ no representan mis puntos de vista”. El presentador llamó a Corbin y le gritó “cállate la boca”, según un exejecutivo de Fox con conocimiento del incidente. Cuando la gerencia de Fox le preguntó sobre el incidente, Carlson negó haber hecho la llamada.

Su estrategia ahuyentó a los auspiciadores pero casi duplicó los ingresos por publicidad

Este es el manual de Tucker Carlson Tonight: ve directo al tema electrizante, ya sea la raza, la inmigración u otro tema candente; cosecha la reacción negativa inevitable; vuelve la siguiente noche para atacar a los críticos por cómo respondieron. Luego hazlo todo de nuevo. Este bucle aumentó los niveles de audiencia y aumentó la lealtad de Fox a Carlson.

Lo que no consiguió fue que Carlson le cayera bien a los anunciantes. A medida que huían los patrocinadores grandes, Fox llenó el espacio con anuncios de promoción interna —utilizando la popularidad de Carlson para impulsar otros programas de Fox— y marcas de negocio a consumidor como MyPillow, cuyo director ejecutivo es un importante promotor de la mentira del fraude electoral de Trump.

En mayo pasado, luego de promover la teoría supremacista de “remplazo”, Carlson tenía la mitad de los anunciantes que tenía en diciembre de 2018. Pero recaudó para la empresa casi el doble del dinero.

Nicholas Confessore es reportero político y de investigación radicado en Nueva York y miembro de la redacción de la Times Magazine; cubre la intersección de la riqueza, el poder y la influencia en Washington y más allá. Se unió al Times en 2004. @nickconfessore • Facebook

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