La prohibición de la cerveza es el último punto álgido en el choque cultural del Mundial
DOHA, Catar — Catar, un país del Golfo minúsculo pero fabulosamente rico, lleva 12 años preparándose para ser la sede de la Copa del Mundo de fútbol, un maratón de planificación y paciencia durante el cual ha rediseñado toda una nación construyendo estadios y hoteles, carreteras y aceras, e incluso un nuevo y reluciente sistema de metro.
Sin embargo, este viernes determinó qué hacer con la venta de cerveza durante el torneo, y la decisión —para consternación del millón de aficionados que llegarán en los próximos días— fue prohibir su venta en los ocho estadios del evento.
La decisión, anunciada por la FIFA, el organismo que gobierna el fútbol a nivel mundial, representó un brusco cambio de rumbo por parte de Catar, y el último punto álgido en el actual choque cultural inherente a la organización del torneo en una pequeña monarquía conservadora de Oriente Medio.
Desde que, de manera sorpresiva, Catar ganó los derechos de organización del torneo hace más de una década, los organizadores locales y los dirigentes del fútbol mundial habían insistido en que la cerveza —un elemento fijo en los eventos deportivos de todo el mundo, pero que está estrictamente controlado en Catar— estaría a disposición de los aficionados. Sin embargo, dos días antes del primer partido del Mundial, ese mensaje cambió.
En su lugar, las autoridades cataríes decidieron que las únicas bebidas que estarán a la venta para los aficionados en los partidos durante el mes de duración del Mundial serán sin alcohol.
Miles de aficionados que llegaron a la Copa del Mundo escucharon la noticia después de que sus vuelos aterrizaron en Doha. Un grupo de siete hinchas mexicanos, recién llegados a Catar, se sorprendieron el viernes al saber que no podrían beber dentro de los estadios.
“Es un desastre, no esperaba esa noticia”, dijo Diego Anbric, un fanático de 29 años que asiste a su primera Copa del Mundo. “Es una noticia terrible. La cerveza es parte del ambiente del estadio”.
No está claro qué motivó la prohibición tan cerca del torneo, pero el repentino cambio se ajusta a la política siempre cambiante de este Mundial respecto al alcohol, y su disponibilidad para los aficionados que asisten a los partidos. Los planes se han elaborado en repetidas ocasiones, se han revisado y se han rehecho de nuevo, una posible señal de que la política nacional o incluso la influencia de la familia real estaban desempeñando un papel.
“Tras las conversaciones mantenidas entre las autoridades del país anfitrión y la FIFA, se ha tomado la decisión de concentrar la venta de bebidas alcohólicas en el Festival de los Hinchas de la FIFA, en otros destinos de los hinchas y en locales con autorización”, declaró la FIFA. La decisión, dijo, requerirá “retirar los puntos de venta de cerveza de los perímetros de los estadios de la Copa Mundial de la FIFA 2022 en Catar”.
La decisión de prohibir la cerveza se produce una semana después de un edicto que ordenó que decenas de tiendas rojas de cerveza con la marca Budweiser, patrocinador de la Copa del Mundo desde hace mucho tiempo, fuesen trasladadas a lugares más discretos en los ocho estadios de la Copa del Mundo, lejos de donde pasaría la mayoría de las multitudes que asistirían a los partidos.
Según tres personas con conocimiento directo de ese cambio anterior, se dijo a los miembros del personal que el traslado obedecía a consejos de seguridad. Pero la creencia de que el cambio se había originado con el jeque Jassim bin Hamad bin Khalifa al-Thani —hermano del emir gobernante de Catar y el miembro de la realeza más activo en la planificación diaria del torneo— sugería que no era negociable.
Ahora la cerveza no solo estará oculta: no estará disponible para los hinchas en absoluto.
La prohibición es el último y más dramático punto de discordia entre la FIFA y Catar, que buscó y ganó el derecho a organizar el Mundial como parte de un ambicioso esfuerzo por anunciarse en la escena mundial. En las últimas semanas, los líderes del gobierno catarí, incluido el emir, han montado una defensa cada vez más estridente de su nación.
Pero esta decisión también complicará el acuerdo de patrocinio de 75 millones de dólares de la FIFA con Budweiser; enfurecerá a los aficionados ya irritados por las restricciones, los costos y los inconvenientes en torno al evento; y una vez más dejará a los organizadores en apuros para ajustarse en las últimas horas antes del comienzo del torneo.
Budweiser ha sido omnipresente en la Copa del Mundo desde que participó por primera vez como patrocinador de la FIFA un año antes del Mundial de México 1986, y se había planeado que tuviera una presencia importante en Qatar.
Para el viernes, la marca cervecera ya estaba instalada en el lujoso Hotel W, ubicado en uno de los barrios más exclusivos de Doha, donde planeaba recibir invitados y ofrecerles transmisiones en vivo de partidos y cervezas.
Pero esta medida da a entender que es posible que la FIFA, que durante años ha enfrentado fuertes críticas por su decisión de llevar el campeonato a Catar, ya no tenga el control total de las principales decisiones relacionadas con su evento. Hace una década, por ejemplo, el organismo futbolístico presionó a Brasil para conseguir justo el resultado contrario: el gobierno brasileño cambió una ley con el fin de permitir la venta de cerveza en los estadios, una práctica que estaba prohibida desde 2003.
En cambio, en Catar, la FIFA se plegó a las exigencias del país anfitrión. Eso planteó la posibilidad de que otras promesas que van en contra de las leyes y costumbres locales —incluyendo temas como la libertad de prensa, las protestas callejeras y los derechos de los visitantes LGBTQ+— no fueran tan sólidas como Catar y la FIFA han dicho.
La Football Supporters’ Association, un grupo de defensa de los aficionados con sede en Reino Unido, criticó la decisión.
“A algunos aficionados les gusta una cerveza en un partido y a otros no, pero el verdadero problema es el cambio de última hora, que habla de un problema más amplio: la total falta de comunicación y claridad del comité organizador con los aficionados”, dijo el grupo en un comunicado.
“Si pueden cambiar de opinión sobre esto en un momento dado, sin ninguna explicación, los aficionados tendrán preocupaciones comprensibles sobre si cumplirán otras promesas relacionadas con el alojamiento, el transporte o los temas culturales”.
La prohibición del consumo de alcohol parece aplicarse únicamente a los aficionados que asisten a los partidos. En las suites de lujo de los estadios, reservadas para los funcionarios de la FIFA y otros invitados adinerados, seguirán estando disponibles la cerveza y otras bebidas, incluido el champán oficial de la FIFA y una serie de vinos exclusivos.
Catar ha lidiado con el tema del alcohol desde que la pequeña nación del Golfo recibió los derechos de organización del Mundial en 2010. El alcohol está disponible en el país, pero su venta está estrictamente controlada. La mayoría de los visitantes, incluso antes del Mundial, solo podían comprar cerveza y otras bebidas alcohólicas en los bares de los hoteles de lujo y a precios inusualmente altos.
Los organizadores del Mundial parecían deseosos de apaciguar a Budweiser y a su empresa matriz, la multinacional Anheuser-Busch InBev, con sede en Bélgica, al afirmar que “los organizadores del torneo agradecen la comprensión y el continuo apoyo de AB InBev a nuestro compromiso conjunto de atender a todo el mundo”.
Inicialmente, la única declaración pública de la compañía fue una irónica de su cuenta de Twitter, que escribió: “Bueno, esto es incómodo…”. El tuit fue borrado unos 90 minutos después, y justo antes de que se publicara el comunicado de la FIFA.
Más tarde, un representante de la empresa dijo que tendrían que cancelar algunos de sus planes de mercadeo para el Mundial “debido a circunstancias que escapan a nuestro control”.
La semana pasada, los organizadores cataríes trataron de restar importancia a la creciente tensión en torno a la venta de cerveza, un elemento fijo de los Mundiales durante generaciones, al decir que los planes operativos aún se estaban ultimando, y que todavía se estaban haciendo cambios en “la ubicación de ciertas zonas para los aficionados”. Su declaración también señalaba que “los horarios y el número de destinos para servir” seguían siendo los mismos en los ocho estadios.
Budweiser, que paga a la FIFA 75 millones de dólares por cada ciclo de la Copa del Mundo, había dicho que estaba trabajando con los organizadores “para reubicar los puntos de venta de las concesiones en las ubicaciones indicadas”.
El nuevo plan significa que las carpas rojas de la cervecera ahora podrían no ser visibles en absoluto alrededor de los estadios; se está considerando la posibilidad de sustituirlas por otras blancas sin marca. Las refrigeradoras con los famosos colores rojos de la empresa serán probablemente sustituidas por otras azules, el color asociado a la marca sin alcohol de Budweiser, Budweiser Zero.
Tariq Panja cubre algunos de los rincones más sombríos de la industria del deporte mundial. También es coautor de Football’s Secret Trade, una revelación sobre la industria multimillonaria de comercio de jugadores de fútbol. @tariqpanja