En Argentina, un candidato de extrema derecha asciende y el peso se hunde
Javier Milei sigue siendo solamente un candidato a la presidencia de Argentina. Pero ya está provocando él solo un choque financiero en una de las mayores economías de América Latina.
El valor de la moneda argentina está cayendo en picada por las críticas de Milei, un libertario de extrema derecha que se ha convertido en el principal candidato presidencial al prometer sustituir el peso argentino por el dólar estadounidense.
El lunes, Milei prosiguió sus ataques contra el peso al desaconsejar a los argentinos que realicen inversiones en esta moneda. “El peso es la moneda que emite el político argentino y por ende no puede valer ni excremento”, dijo en un conocido programa de radio. “Esa basura no sirve ni para abono”.
Solo el lunes, la tasa de cambio no oficial del peso, que refleja la valoración de la moneda por parte del mercado e impulsa los precios en Argentina, cayó el 7 por ciento, y luego otro 10 por ciento el martes por la tarde.
A esa tasa de cambio no oficial, el martes por la tarde, con un dólar se compraban 1035 pesos, la primera vez que el peso rebasó la barrera de los 1000 pesos frente al dólar. Antes de que Milei ganara las elecciones primarias el 14 de agosto, con un dólar se compraban 660 pesos. En abril de 2020, al comienzo de la pandemia, la cifra era de 80 pesos.
La escalada de la crisis llevó al Banco Central de la República Argentina, que Milei ha prometido cerrar, a emitir una declaración extraordinaria el lunes por la tarde: “Argentina mantiene un sistema financiero líquido y solvente” y añadió que respalda los depósitos bancarios argentinos.
El martes, las principales asociaciones bancarias del país instaron a los candidatos a “mostrar responsabilidad en sus campañas y declaraciones públicas”.
Milei, un economista excéntrico que quiere poner de cabeza el gobierno y el sistema financiero del país, es el favorito en las elecciones presidenciales argentinas del 22 de octubre, aunque las encuestas dan a entender que la contienda podría llegar a una segunda vuelta en noviembre.
Su ascenso ha dominado la conversación a nivel nacional y ha acelerado la caída del peso.
La mañana después de que Milei sorprendiera al país al quedar primero en las primarias presidenciales de agosto, las presiones del mercado obligaron al gobierno a devaluar el peso un 20 por ciento.
Los comentarios de Milei están generando “una disparada en la inflación o un eventual problema bancario, que es lo que él está alentando”, dijo Marina Dal Poggetto, economista argentina y exanalista del Banco Central de su país. “Lo que estás viendo es un inicio de una corrida que puede frenar o no. Hay que ver lo que pasa el 22 de octubre. Todavía Milei no ganó”.
Milei ha aceptado comparaciones con Donald Trump y Jair Bolsonaro, expresidente de extrema derecha de Brasil, y ha sido noticia por negar el papel del ser humano en el cambio climático, criticar duramente al papa y por sus promesas de prohibir el aborto y legalizar la venta de órganos humanos.
Pero la pieza central de su campaña han sido sus lecciones, a veces con tono catedrático, sobre política económica, diseñadas para persuadir a los votantes de que él es el único que puede arreglar la galopante inflación de Argentina.
El país se encuentra inmerso en una de sus peores crisis financieras en décadas, con una inflación anual que supera ya el 120 por ciento y precios que cambian a la semana, o incluso más rápido, en muchas tiendas y restaurantes.
Con los precios tan altos, los argentinos deben viajar con fajos grandes de billetes, que cada día valen menos. El gobierno argentino emitió este año un billete de 2000 pesos, pero ya vale menos de 2 dólares.
Para comprar artículos costosos, como propiedades o automóviles, los argentinos pagan con billetes de 100 dólares estadounidenses. Para conseguir esos billetes, a menudo tienen que comprarlos a cambistas ilegales que ofrecen dólares en el centro de Buenos Aires como si fueran narcotraficantes, porque el gobierno federal, escaso de dólares, ha impuesto límites estrictos a la cantidad de la divisa que la gente puede comprar a la semana.
Sergio Massa, ministro de Economía argentino y principal oponente de Milei, lo acusó el lunes de intentar deliberadamente desestabilizar la moneda argentina para causar estragos antes de la votación. “Por un voto más, está timbeando el ahorro de la gente”, dijo Massa, un político de centro-izquierda del partido que ha dirigido el país durante 16 de los últimos 20 años.
El martes, Patricia Bullrich, candidata presidencial de centroderecha, culpó tanto a Milei como al gobierno actual en una entrevista durante una visita de campaña. Afirmó que el gobierno estaba tratando de bajar los impuestos sin recortar el gasto, mientras que Milei estaba empeorando la situación.
El martes, Milei respondió a las críticas de que sus comentarios estaban agravando la crisis económica con un video que publicó en línea con una recopilación de sus intervenciones en las que compara el peso con excremento a lo largo de años de apariciones televisivas. “Es vergonzonzo el espectáculo que están dando los políticos tratando de obtener rédito político del descalabro económico inventando responsabilidades”, dijo. “Si quieren encontrar a los responsables mírense en el espejo, sinvergüenzas”.
En un acto con empresarios celebrado la semana pasada, Milei afirmó que cuanto menor fuera el valor del peso, más fácil sería dolarizar Argentina.
Si es elegido presidente, es probable que Milei enfrente grandes dificultades para llevar a cabo sus propuestas. Milei ha dicho que probablemente necesitará una inyección de 40.000 millones de dólares para cambiar la moneda oficial de Argentina, aunque no está claro que pueda conseguir tanto dinero. Argentina ya tiene dificultades para pagar su deuda de 44.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional.
Milei también ha dicho que el Congreso argentino tendría que aprobar muchas de sus propuestas, que incluyen profundos recortes del gasto público, la eliminación de muchos impuestos y la privatización de todas las empresas estatales del país.
Es probable que su incipiente partido político, La Libertad Avanza, controle una pequeña parte de los escaños del Congreso, lo que lo obligaría a forjar alianzas con otros partidos a los que ha calificado de criminales.
Argentina lleva décadas lidiando con una inflación alta, y tuvo un episodio de hiperinflación en la década de 1980, cuando los clientes se apresuraban a comprar artículos antes de que los dependientes que llevaban etiquetadoras de precios pudieran hacer otra ronda de aumentos. Pero la escalada de precios, impulsada por una moneda débil, ha vuelto en los dos últimos años.
Algunos de los problemas de Argentina se deben a factores económicos mundiales, como la pandemia y la guerra en Ucrania, pero en gran parte, según los economistas, se deben a que el gobierno ha gastado más de la cuenta para pagar universidades, salud, energía y transporte público gratuitos o muy subvencionados. Para financiar todo eso, Argentina ha impreso a menudo más pesos.
El resultado ha sido una creciente falta de confianza en la moneda, que ha obligado al gobierno a crear más de una decena de tasas de cambio distintas para el peso, porque su propia tasa de cambio oficial ya no refleja la valoración del mercado.
Las nuevas tasas incluyen una para los turistas, otra para los exportadores de soja y otra para los argentinos que viajaban a Catar para ver a su selección nacional de fútbol ganar el Mundial de 2022. El llamado Dólar Blue es la tasa paralela más importante —fijada por un pequeño grupo de empresas financieras y que aparece en vivo en los noticieros de televisión— y es la forma en que la mayoría de los argentinos transfiere sus pesos a dólares en el mercado clandestino.
El martes, buscando apaciguar algunos temores del mercado, el gobierno consolidó varias de esas tasas en una nueva que al menos un contador denominó Dólar Elecciones.
Natalie Alcoba y Lucía Cholakian Herrera colaboraron con reportería desde Buenos Aires.
Jack Nicas es el jefe de la corresponsalía en Brasil, que abarca Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. Anteriormente reportó sobre tecnología desde San Francisco y, antes de integrarse al Times en 2018, trabajó siete años en The Wall Street Journal. Más de Jack Nicas