‘Tenemos que sacudir las cosas’: los jóvenes en Cuba podrían desencadenar una jornada de protestas
LA HABANA — La fila comienza durante el día y se extiende hasta la noche. En la oscuridad, antes del amanecer, cientos de personas esperan. Cuatro mujeres duermen sobre cajas de cartón, compartiendo una sábana fina. Otras charlan para mantenerse despiertas. Una enfermera llega tras un turno de 24 horas y ocupa su lugar.
Cada una tiene un tiquete para entrar en un supermercado del gobierno cubano, que es el único lugar donde se pueden encontrar productos básicos como pollo, carne molida y artículos de aseo. A las 5:27 a. m. del miércoles, un hombre con una gorra de béisbol deshilachada entregaba el boleto número 302.
“Si no haces cola, no compras nada”, dice una cocinera de 35 años que llegó a las 6 de la tarde de la víspera y que no quiere que se publique su nombre por miedo a las represalias.
Incluso en un país que desde hace tiempo está acostumbrado a la escasez de todo, desde alimentos hasta las libertades, ha sido un año notablemente sombrío en Cuba, con las restricciones por la COVID-19 que dificultan aún más la vida bajo las nuevas y más severas sanciones de Estados Unidos.
Ahora, una joven generación de disidentes, muchos de ellos artistas e intelectuales que dependen de internet para difundir sus ideas, convocó a una protesta para el lunes, una medida audaz con pocos precedentes en Cuba. Esperan reavivar las marchas que llenaron las calles el verano pasado para exigir alimentos, medicinas y libertad, y enfrentarse a un gobierno que por primera vez no está conformado por los respetados veteranos de la revolución comunista de 1959.
Pocos días antes de que comenzara la “Marcha cívica por el cambio”, los organizadores parecían estar atenuando las manifestaciones por temor a la violencia. Los organizadores han animado a la gente a colgar sábanas blancas fuera de sus casas, a aplaudir a las 3:00 p. m., y a encontrar otras maneras creativas de manifestarse si no se sienten cómodos saliendo a la calle.
A pesar de los altibajos habituales del progreso de la isla, los expertos coinciden en que Cuba está en la cúspide de algo importante, aunque es poco probable que el movimiento detrás de las protestas derribe al Partido Comunista que ha permanecido en el poder durante más de 60 años.
“Estamos asistiendo a un movimiento contrarrevolucionario sin precedentes en Cuba”, dijo Carlos Alzugaray, ex embajador de Cuba ante la Unión Europea y académico que se considera un partidario “crítico” del gobierno.
Es un momento crucial para el gobierno cubano. Una generación de jóvenes que creció bajo el mandato de Fidel Castro y su hermano Raúl ahora se enfrenta a Miguel Díaz-Canel, un veterano incondicional del partido que llegó a la presidencia en 2018. A sus 61 años, representa a una generación más joven del Partido Comunista de Cuba, y es la persona encargada de llevarlo al futuro.
Díaz-Canel culpa de los males económicos de Cuba al prolongado embargo estadounidense, que se ha intensificado en los últimos años. El gobierno de Donald Trump restringió los viajes a la isla, cortó las remesas y bloqueó aún más a la isla del sistema financiero internacional, afectando sus entradas de divisas.
Ha demostrado estar tan dispuesto como sus predecesores a reprimir la disidencia. Cuando los manifestantes salieron a la calle el 11 de julio, Díaz-Canel animó a los miembros del partido a perseguirlos. Los simpatizantes del gobierno persiguieron a los manifestantes con palos.
Unas 1000 personas fueron detenidas y 659 siguen encarceladas, según un recuento del grupo de derechos civiles Cubalex.
Tras el anuncio de la manifestación prevista para el lunes, el gobierno cubano lanzó una campaña masiva en los medios de comunicación contra ella, insistiendo en que sus líderes son peones de Estados Unidos.
El dramaturgo Yunior García se ha convertido en uno de los líderes del movimiento. Es uno de los fundadores de Archipiélago, un grupo de Facebook con unos 35.000 miembros que promueve la discusión y el debate. El grupo es el principal promotor de las concentraciones previstas para el lunes en ciudades de todo el país.
“Creo que el papel del arte es despertar”, dijo. “Tenemos que sacudir las cosas para que personas con dignidad que forman parte de esta sociedad decidan cambiar las cosas”.
El gobierno cubano ha criticado públicamente a García, diciendo que los talleres a los que asistió en el extranjero, como uno que trataba sobre cómo los disidentes podían forjar alianzas con los militares cubanos, equivalían a planificar un levantamiento popular. García manifestó que estaba investigando para desarrollar un guion.
García reconoce que se ha reunido con funcionarios estadounidenses en La Habana, pero dijo que fue a grabar un pódcast y a discutir los efectos del embargo comercial.
El dramaturgo ha denunciado que, de manera rutinaria, le interrumpen el acceso a internet y los servicios telefónicos, y recientemente encontró un pollo decapitado frente a la puerta de su casa, un maleficio religioso que consideró como una amenaza política. La seguridad del Estado ha visitado a su suegra tres veces en el trabajo, añadió.
“Han usado todas las herramientas a su alcance para intimidarnos”, declaró García.
García dijo el jueves que marcharía solo, en silencio, el domingo. También instó a los demás para que emprendieran todas las medidas pacíficas que pudieran el lunes, con el fin de no provocar una reacción de la policía.
Su anuncio, publicado en Facebook, no dejaba claro si las concentraciones seguirían celebrándose. Raúl Prado, cineasta y uno de los coordinadores de la plataforma, dijo que los manifestantes protestarían “hasta donde las circunstancias lo permitan”.
Si no hay ningún carro de la policía estacionado frente a su casa que le impida salir el día 15, marchará para pedir la liberación de los presos políticos y exigir los derechos humanos, manifestó Prado.
“No hay otra forma de lograr cambios”, expresó Prado. “Si no somos nosotros, entonces esa responsabilidad caerá sobre nuestros hijos”.
Al menos dos coordinadores de Archipiélago han sido despedidos de sus puestos de trabajo estatales por su participación en el grupo, que Díaz-Canel ha denunciado como un caballo de Troya para un cambio de régimen respaldado por Estados Unidos.
“La embajada de ese país en Cuba viene desempeñando un activo papel en los esfuerzos por subvertir el orden interno en nuestro país”, dijo Díaz-Canel en un reciente discurso.
El gobierno estadounidense invierte 20 millones de dólares al año en proyectos destinados a promover la democracia en Cuba, dinero que el gobierno cubano considera como un ataque ilegal a su soberanía.
Sin embargo, los miembros de Archipiélago entrevistados por el Times negaron haber recibido dinero del gobierno de Estados Unidos, y subrayaron que los problemas cubanos deben ser resueltos por los cubanos.
“Archipiélago no es un movimiento, ni un partido político ni un grupo de oposición”, señaló Prado. “No tiene una línea política en particular”.
El grupo de cubanos jóvenes y modernos que hay detrás del grupo de Facebook contrasta con los disidentes clásicos de la isla, que suelen ser mayores, desconocidos para la mayoría de los cubanos y profundamente divididos en facciones.
La llegada de internet, que llegó a los teléfonos cubanos hace tres años tras los acuerdos diplomáticos alcanzados con el gobierno de Barack Obama, supuso un cambio de juego. Con el acceso generalizado a internet, los ciudadanos de a pie están al tanto de las actividades antigubernamentales, y se apresuran a publicar también sus propias quejas.
Hal Klepak, profesor emérito de historia y estrategia en el Real Colegio Militar de Canadá, dijo que la magnitud de la oposición a la que se ha enfrentado el gobierno este año no tiene parangón en la historia de Cuba desde la revolución.
“Nadie había imaginado decenas de miles de personas en las calles”, comentó. “Es visible y para los estándares cubanos es ruidoso. Es algo que nunca habíamos visto”.
Pero la pregunta sigue siendo si los cubanos comunes y corrientes asistirán a la protesta del lunes, teniendo en cuenta que el gobierno la declaró ilegal, y que sus organizadores han rebajado el tono de sus convocatorias.
La protesta estaba programada para el mismo día en que se levantan las normas de cuarentena, se da la bienvenida a los turistas y los niños vuelven a la escuela. La ola de muertes por COVID-19 que contribuyó a impulsar la protesta de julio ha disminuido en gran medida, y el 70 por ciento del país está ya totalmente vacunado.
Abraham Alfonso Moreno, un profesor de gimnasia que a las 5:00 a. m. tenía el boleto número 215 frente a la tienda del gobierno, dijo que no protestó en julio y que tampoco lo haría el lunes. “Al final no va a resolver nada”, dijo.
Estaba más pendiente de encontrar pastillas para la alergia.
Marta María Ramírez, activista feminista, prodemocracia y de los derechos de las personas homosexuales en La Habana, mencionó que la gente que se apresuró a protestar en julio estaba más preocupada por la comida que por la democracia, pero que eso podría estar cambiando.
“Los primeros gritos no fueron de libertad. Los primeros gritos fueron de necesidades perentorias: comida, medicamentos y electricidad”, señaló. “La libertad vino después”.
Frances Robles colaboró con la reportería.