Un eclipse de Sol evoca tradiciones ancestrales en pueblos indígenas
Este sábado podremos observar en el hemisferio occidental un eclipse anular. La Luna, que se encuentra más alejada de la Tierra que cuando hay un eclipse total, bloqueará gran parte del Sol y solo dejará ver un ardiente halo de luz contra el cielo oscuro.
En Estados Unidos, el fenómeno comenzará en Oregón, cruzará la zona del suroeste y luego se alejará por la línea costera de Texas. Luego atravesará la península de Yucatán en México y pasará por Centroamérica; más tarde, llegará a Colombia y cruzará la cuenca del Amazonas, para concluir su recorrido en la costa oriental de Brasil.
Miles de turistas ya se desplazan hacia la ruta en que será visible el anillo para poder admirar esta maravilla astronómica, que tendrá una duración aproximada de cuatro minutos en cada punto de su recorrido. Muchos describen los eclipses como experiencias espirituales.
Pero existe un lugar en el que las personas no podrán aventurarse a observar el fenómeno: los extensos paisajes desérticos de la reserva del pueblo navajo, cuyos parques tribales en Arizona, Nuevo México y Utah ofrecen hermosos paisajes en los que el público podría observar el “anillo de fuego” celestial. El 15 de septiembre, la autoridad de los navajos a cargo de los parques, Navajo Nation Parks & Recreation, anunció que todos permanecerán cerrados durante el eclipse en honor a sus creencias tradicionales.
“Los navajos contemplan el universo como una realidad holística”, explicó David Begay, astrónomo cultural y vicepresidente del Instituto de Educación Indígena. Para ellos, el momento en que nuestro planeta, la Luna y el Sol se alinean durante un eclipse es una especie de ciclo dentro del orden cósmico en que todo está interconectado, comentó Begay, quien es “diné” (designación que utilizan los nativos navajos para referirse a su origen étnico).
El cierre de los parques recuerda que los eclipses y otros fenómenos astronómicos han sido experimentados por los pueblos indígenas de toda América durante milenios y han desempeñado un papel importante en diferentes culturas. Tradiciones como las de la Nación Navajo representan un llamado a los turistas no nativos para que sean respetuosos cuando visiten tierras y lugares indígenas sagrados.
Y quienes vean el eclipse en otras partes de América también pueden detenerse a pensar en los pueblos que establecieron sus hogares entre los cañones del suroeste, alrededor de las pirámides de México y Centroamérica y en las selvas tropicales de Brasil; y en cómo las estrellas, los planetas y otros cuerpos celestes se manifiestan en la vida de las comunidades indígenas.
Caminar en ambos mundos
En 2017, cuando un eclipse total de Sol atravesó Estados Unidos, alrededor del 88 por ciento de los adultos estadounidenses observaron el fenómeno de alguna manera.
La experiencia fue distinta en la reserva del pueblo navajo. Las escuelas cerraron, a los empleados se les dio una licencia administrativa y se invitó a la comunidad a permanecer en “calma en su hogar y evitar compartir alimentos y agua”, según un comunicado de los líderes de la tribu.
Begay tiene un recuerdo muy claro de haber conducido por un camino al borde de la reserva del pueblo navajo en las horas previas a un eclipse anular en 2012. Vio a muchas personas instalando sus telescopios por la carretera.
“Así estaba todo el camino hasta el límite de la reserva”, dijo.
Pero en cuanto cruzó al otro lado, ya no vio a ninguna persona hasta llegar al otro lado, horas después. Más que un espectáculo, para muchos en la reserva el eclipse es un momento de reverencia y reflexión.
Semira Crank, directora de programa “diné” en Bears Ears Partnership, en el área sureste de Utah, aprendió desde niña que no debía ver un eclipse por dos motivos. El primero es práctico: ver el Sol puede dañar los ojos. El otro motivo, según compartió, es que hacerlo puede alterar la armonía espiritual, u “hózhó”, de una persona.
“Se basa en la historia de nuestros orígenes”, señaló Crank. Pero tampoco quiere compartir demasiado. “Estas prácticas, nuestras tradiciones, cultura y lengua son muy preciadas para nosotros”, dijo sobre su familia, aunque reconoció que otros miembros de la comunidad navajo quizá tengan otra perspectiva.
“Mis antepasados lo llevaban en el corazón porque querían mantener intacta su identidad mientras experimentaban tiempos difíciles”, añadió Crank. Algunos de esos momentos problemáticos fueron la represión cultural de los nativos estadounidenses —a los que no se les concedió la ciudadanía estadounidense hasta 1924— mediante internados religiosos, así como injusticias sistémicas más modernas.
Eso sí, el pueblo navajo no será la única tribu del suroeste que experimente el eclipse este fin de semana. Al norte de la reserva se encuentra Bears Ears, un monumento nacional de más de 5000 kilómetros cuadrados con cientos de miles de sitios culturales en los que es posible encontrar arte rupestre antiguo, viviendas primitivas en acantilados y monolitos gigantes de color rojizo. Más de 10 comunidades indígenas, entre ellas la tribu hopi y la ute, consideran a Bears Ears como su patria ancestral.
Según Crank, se espera que hasta 20.000 personas viajen para ver el eclipse en las inmediaciones de Bears Ears este fin de semana.
En Bears Ears Partnership, Crank y sus colegas llevan meses preparándose para esta afluencia. Dirige una campaña llamada “Visite con respeto”, que enseña al público a visitar el sitio de forma responsable para evitar la degradación de la tierra, aumentar la conciencia cultural y ayudar a la gente a mantenerse a salvo. Algunas de las directrices son no tocar los artefactos, eliminar las etiquetas digitales de localización al colgar fotos y videos en internet y permanecer en los senderos designados.
El fin de semana del eclipse habrá embajadores por toda la región para recordarle a la gente que siga estos consejos. Bears Ears Partnership también ha creado una página web para que los visitantes se informen sobre las sensibilidades indígenas antes de su llegada. Un consejo importante es añadir una advertencia cuando se compartan fotos o videos del eclipse en las redes sociales —o evitar hacerlo por completo— para respetar a quienes se abstengan de ver el acontecimiento.
Aunque las tribus de la región están unidas para proteger la tierra, muchos explican que cada comunidad tiene sus propias creencias respecto al eclipse.
“Algunos lo verán como un renacimiento, un reequilibrio”, dijo Nancy Maryboy, astrónoma cultural cheroqui y navajo que preside el Instituto de Educación Indígena. Pero otras tribus consideran que un eclipse es un mal presagio. Las creencias tradicionales de los cheroquis, señaló Maryboy, lo ven como una rana gigante que intenta tragarse el sol.
Incluso dentro de una misma tribu, las prácticas varían. Maryboy espera que algunos residentes de la Nación Navajo practiquen la atención plena en sus casas durante el eclipse, mientras que otros estarán afuera, con las gafas del eclipse en la mano. Algunos funcionarios de parques tribales trabajarán durante el eclipse para garantizar que se cumplan los cierres de carreteras. En 2017, Diné College, una universidad tribal de Tsaile, Arizona, permaneció abierta para enseñar a los jóvenes navajos el significado cultural del eclipse solar.
“En realidad depende de cada uno”, dijo Maryboy. “No hay una sola forma correcta”.
El 14 de octubre, ella y Begay se asociarán con el Exploratorium de San Francisco para celebrar un acto en el Valle de los Dioses de Bears Ears, una zona rural de Utah envuelta en colosales monumentos de roca roja. La leyenda navajo dice que estas estructuras fueron antiguos guerreros, congelados en el tiempo.
El acto, que se retransmitirá en directo a través de la página web del Exploratorium, explorará los fundamentos científicos del eclipse “desde la perspectiva y los protocolos culturales del lugar”, explicó Isabel Hawkins, astrofísica del Exploratorium.
Tanto Maryboy como Begay se criaron en familias tradicionales. “Así que tenemos que caminar en ambos mundos durante este eclipse”, dijo Maryboy.
En el tiempo previo a la anularidad, los dos astrónomos planean compartir los conocimientos navajos del cosmos con el público en general, incluyendo cómo se relaciona la tierra con el cielo y cómo entender el movimiento de las estrellas.
Pero antes de que la luna engulla al sol, dijo Maryboy, ella y Begay se meterán en un hogan, o vivienda tradicional navajo, para honrar el eclipse a su manera.
Ciclos y presagios
En su viaje hacia el sur, el eclipse llegará a la península de Yucatán en México. Esa región está habitada por indígenas mayas, cuya cultura se extendió a otras zonas de México y varios países centroamericanos que también experimentarán el eclipse. Los mayas cuentan con una tradición astronómica bien establecida y, desde hace siglos, han realizado predicciones sobre los ciclos que producen eclipses solares.
Históricamente, tanto ellos como otros pueblos indígenas de México y Centroamérica han tenido una interpretación adversa de los eclipses.
“En la actualidad, es un espectáculo de la naturaleza, pero en el pasado se interpretaba, tanto en la región maya como en la región del resto de Mesoamérica, como un augurio de algo”, dijo Jesús Galindo Trejo, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México que se ha dedicado a estudiar cómo observaban el cosmos los mayas.
Los mayas de la península de Yucatán, así como los mayas lacandones del área que ahora es Chiapas, asociaban a los eclipses con periodos de destrucción.
Eso podía traducirse en épocas de sequía o enfermedad y tener efectos dañinos también en las personas. Galindo Trejo dijo que algunas mujeres embarazadas evitaban ver los eclipses, pues creían que sería especialmente peligroso para los bebés que estaban en gestación.
No obstante, muchos lugares de la península de Yucatán se preparan esta semana para una experiencia más festiva.
Funcionarios del Instituto de Cultura y Artes de Campeche organizaron en agosto una reunión informativa para invitar a personas de México y otros países a presenciar el eclipse en Edzná, uno de los yacimientos arqueológicos mayas más populares del estado mexicano. Los funcionarios señalaron que muchos hoteles ya habían cerrado las reservas, y que las autoridades habían previsto habilitar lugares alternativos de observación debido al número de turistas que se esperaba.
Los organizadores también organizarán un “festival del Sol” en Campeche para celebrar tanto la ciencia como la música de la comunidad local.
“Los mayas tienen todavía mucha tradición viva. Sin embargo, poco a poco esto se va perdiendo”, dijo Galindo Trejo.
No obstante, señaló que en todo México, incluida la península de Yucatán, se está haciendo un esfuerzo para que las personas que experimenten el eclipse recuerden la herencia maya. Las autoridades locales han creado y están distribuyendo materiales que divulgan los mitos y verdades sobre la historia del pueblo maya con los eclipses.
A pesar de todas las asociaciones negativas del pasado en torno a los eclipses, dijo Galindo Trejo, “es un espectáculo maravilloso que vale la pena mirarlo”.
Una gran pantalla en la bóveda celeste
Entre los pueblos indígenas del bosque tropical de la Amazonía en Brasil, la astronomía guía la vida diaria. Los nombres de las constelaciones son nombres de plantas y animales, y las fases lunares marcan el mejor momento para recoger los cultivos, ir a pescar o tener hijos.
“Antes de acostarme, al atardecer, solía escuchar a mi padre: señalaba hacia el universo, nos hablaba sobre las constelaciones y la fase en que estábamos”, recordó Jaime Diakara, quien es antropólogo. Forma parte del pueblo desano, uno de los más de 22 grupos indígenas que habitan la cuenca del río Negro, una región ubicada en las profundidades de la Amazonía brasileña, por donde pasará el eclipse anular.
“Para nosotros, era como un televisor de pantalla enorme que proyectaba muchísimas imágenes de nuestra mitología ancestral”, añadió.
Cuando la Luna comience a eclipsar al Sol, es posible que la tribu desana sienta cierto desasosiego.
“El hombre blanco cree que un eclipse es algo bellísimo”, dijo Durvalino Kisibi, líder desano y curandero cuyo pueblo, Wãhti Peayeri Buri, está a tres días de distancia en balsa del pueblo más grande de la región. “Pero para nosotros, es de mal agüero”.
En las comunidades desana, quienes están pescando o cazando se apresuran a regresar a sus aldeas. Se meten a los niños en las casas y se les dice que cierren las puertas. Los ancianos rodean la larga casa, conocida como maloca, uniendo sus manos en señal de oración. Mientras se balancean y cantan, un curandero quema hierbas sagradas para ahuyentar a los espíritus portadores de desgracias.
“Nuestros rituales son como una vacuna que nos protege”, dijo Diakara.
Las comunidades tienen explicaciones diferentes sobre las causas de los eclipses.
Algunos miembros del pueblo guaraní consideran que un espíritu maligno encarnado en una constelación de jaguar es el causante de los eclipses. Cuando el cielo se oscurece, los guaraníes gritan y lanzan clamores para intentar espantar al jaguar, pues creen que el fin del mundo ocurrirá cuando la constelación devore la Luna, el Sol y otras estrellas.
Aunque la comunidad científica no siempre aprecia estas tradiciones, Yuri Berri Afonso, cuyo padre, el astrónomo guaraní Germano Bruno Afonso, creó una herramienta indígena de observación solar, piensa que estos dos mundos podrían coexistir.
“La ciencia toma estas explicaciones y, en general, las ridiculiza”, afirmó Berri, quien ayudó a digitalizar la herramienta antes de la muerte de su padre en 2021. Pero lo cierto es que esta sabiduría ancestral de los pueblos indígenas “les ayudó a sobrevivir. Así que una visión del universo no tiene por qué cancelar la otra”.
Katrina Miller es periodista de ciencia en el Times. Hace poco se doctoró en física de partículas por la Universidad de Chicago. Más de Katrina Miller
Zolan Kanno-Youngs es corresponsal en la Casa Blanca y cubre una variedad de temas nacionales e internacionales de la Casa Blanca de Biden, incluida la seguridad nacional y el extremismo. Se unió al Times en 2019 como corresponsal de seguridad nacional. Más de Zolan Kanno-Youngs